Un hombre supersticioso caminaba por el bosque cuando de repente escuchó un ruido inquietante. Mirando hacia arriba, vio a un cuervo sentado en una rama. «No me des mala suerte», suplicó el hombre. El cuervo le contestó: «Tranquilo, solo estoy revisando mis correos electrónicos». Asustado, el hombre preguntó: «¿Tus correos electrónicos?» El cuervo, sin inmutarse, dijo: «Sí, cada vez que un supersticioso me ve, tengo que avisarle a mi jefe: el gato negro».