Había una vez un tren tan impuntual que lo apodaron «El Filósofo». Un día alguien le preguntó: «¿Por qué te llaman así?». El tren respondió: «Porque siempre llego con retraso, pero al menos llego con reflexiones profundas». Y entonces, todos empezaron a cuestionar su propio concepto del tiempo mientras esperaban.