¿Por qué el auto fue a terapia? Porque tenía demasiados problemas de arranque. Le dijo al terapeuta que se sentía usado y que ya no encontraba motivación. ¡Era como si la chispa con la carretera ya no estuviera! Así que el terapeuta le aconsejó: «Déjate llevar, ¡pero no por la pendiente!». Ahora el auto se siente mejor y lo puedes ver rodando con confianza, siempre con una sonrisa en sus parabrisas.