Una señora supersticiosa se tropieza con una escalera abierta en la calle. Mirando al cielo, murmura: «¡Señor, que no me pase nada malo!». En ese momento, un gato negro se cruza y ella dice: «¡Vaya, gracias por enviarme refuerzos!»
Una señora supersticiosa se tropieza con una escalera abierta en la calle. Mirando al cielo, murmura: «¡Señor, que no me pase nada malo!». En ese momento, un gato negro se cruza y ella dice: «¡Vaya, gracias por enviarme refuerzos!»