¿Por qué el huevo nunca pudo hacer un buen guiso? Porque cada vez que intentaba revolver el caldo, se rompía en risas y lloraba de emoción, mientras la cebolla gritaba: «¡A ver si te yemas en tus tareas!»
¿Por qué el huevo nunca pudo hacer un buen guiso? Porque cada vez que intentaba revolver el caldo, se rompía en risas y lloraba de emoción, mientras la cebolla gritaba: «¡A ver si te yemas en tus tareas!»