En un restaurante elegante, Juan pide la carta al camarero. Al abrirla, ve que no hay precios y pregunta: «¿Por qué no hay precios aquí?» El camarero responde: «Es un menú sorpresa, como jugar a la ruleta rusa con tu tarjeta de crédito». Juan ríe y dice: «¡Entonces pido agua, por si acaso! No vaya a ser que la cuenta me haga un ‘plato prohibitivo’».