¿Por qué las montañas nunca se invitan unas a otras a sus fiestas? Porque cada vez que intentan hacer una fiesta, siempre terminan «nevadísima» de ideas y, entre picos y cumbres, ¡se les va el plan al suelo! Además, ninguna quiere bajar del pedestal y prefieren quedarse de miradores, ¡literalmente! Entonces, solo se contentan con criticar el valle… ¡desde las alturas!