El adivino que no predijo su llamada

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Un día, un amigo me llamó al medio de la noche y me preguntó: «Oye, ¿tienes el teléfono de un buen adivino?». Le respondí: «Claro, pero ya deberías saberlo». Él contestó: «¡Ah, claro, olvídalo! ¡Mañana te adivino la llamada!». ¡Vaya confusión!