En un restaurante de cocina molecular, un cliente llama al mesero y le dice: «Perdona, creo que mi plato es invisible». El mesero, sonriendo, responde: «Ah, lo lamento, señor, es que hoy el chef está más transparente que de costumbre. ¡Aquí tiene su nube de sabor en vaso! Por cierto, el viento de especias viene de cortesía».