¿Por qué las computadoras nunca se sienten aburridas? Porque siempre están calculando la mejor fórmula para divertirse: primero procesan un poco de música, luego almacenan unas cuantas risas en caché y, si todo falla, hacen un reinicio de carcajadas con un toque de humor artificial. ¡Así siempre tienen bytes de sobra para la diversión!