Delicias filosóficas: pensé, luego comí.

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¿Por qué el filósofo entró a la pastelería y pidió un pastel de chocolate? Porque oía voces que decían: «¡Pienso, luego insisto en que existe un trozo de felicidad en cada mordisco!»; y por si Descartes no le fallaba, pidió dos.