Un filósofo entra a una heladería y pide un helado. El vendedor le pregunta: «¿De qué sabor lo quiere?». El filósofo responde: «Sorpréndeme, pero que sea de un sabor que aún no conozco, para que mi entendimiento crezca junto a mi cintura».
Un filósofo entra a una heladería y pide un helado. El vendedor le pregunta: «¿De qué sabor lo quiere?». El filósofo responde: «Sorpréndeme, pero que sea de un sabor que aún no conozco, para que mi entendimiento crezca junto a mi cintura».