El café ligador que conquistó más allá de su taza

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¿Por qué el café nunca pudo encontrar pareja? Porque siempre se quedaba «en su taza». Un día, decidió cambiar. Se coló en una fiesta de té para socializar un poco, pero al primer sorbo, se empezó a sentir filtrado y pensó, «esto no es para mí, todos aquí están muy infusos». Así que volvió a su taza, pero esta vez con una nueva actitud: ser el mejor «ligador» que un grano pueda aspirar a ser. ¡Y desde entonces, todos los espressos desean ser como él!