¿Por qué el faraón se volvió tan bueno contando cuentos durante las cenas? Porque siempre tenía a alguien a su lado diciendo: «Egipto» el mejor de todos. Así que sus anécdotas siempre eran auténticas maravillas. ¡La audiencia se quedaba tan petrificada como una estatua de Tutankamón!