Un mago entró a un bar y pidió un «trago mágico». El camarero, intrigado, le preguntó: «¿Qué tiene de mágico?». El mago respondió: «Bueno, después del segundo ya no soy un conejo en un sombrero, ¡soy el dueño del escenario!».
Un mago entró a un bar y pidió un «trago mágico». El camarero, intrigado, le preguntó: «¿Qué tiene de mágico?». El mago respondió: «Bueno, después del segundo ya no soy un conejo en un sombrero, ¡soy el dueño del escenario!».