Una vez en un castillo embrujado, el detective Misterio se encontró con tres puertas. La primera crujió y gritó: «¡Atrévete a abrirme si puedes!». La segunda susurró: «¡No soy lo que parece!». La tercera, en cambio, estaba pegada con cinta adhesiva. El detective pensó: «Esta última sí que es un enigma… ¡es la única que de verdad necesita ser abierta!» y se lanzó al misterio… ¡solo para encontrar la despensa de las galletas! Así descubrió el verdadero misterio: ¿por qué siempre desaparecen las galletas en casa? ¡Era su propia inseguridad culinaria!