En un partido de fútbol, el árbitro se acerca al entrenador del equipo local y le dice: «Oiga, ¿por qué sus jugadores corren tanto de un lado a otro?». Él responde: «Es que les prometí que después iríamos a la pizzería, ¡pero que el último paga la cuenta!». En eso, el árbitro pregunta: «¿Y por qué el portero no corre?». «Ah, él es el dueño del restaurante».
