¿Por qué el tren de las 6:00 no podía parar de reír? Porque cada vez que alguien decía «¡Adiós, vagón!», él pensaba que le estaban diciendo «¡Adiós, baguette!» y el tren, amante del pan francés, no podía aguantarse la risa. Así que, en lugar de frenar, seguía adelante con una sonrisa en cada curva del ferrocarril. ¡Vaya locomoción!