Un mago, cansado de que su conejo siempre se escapara durante el truco del sombrero, decidió entrenar a un pingüino. El primer show fue un éxito, hasta que el pingüino asomó la cabeza y dijo: «¿En serio? Yo esperaba encontrar pececitos aquí». Y el conejo, desde el fondo, gritó: «¡Te lo dije!»