Un café y un té se encuentran. El café dice: «Soy fuerte y energético. ¿Qué haces tú?». El té responde: «Yo invito a la calma en las tardes». El café se ríe: «¡Qué relajado eres, igualito al termo que nunca se altera!». Pero entonces, el termo dice: «¡Oye, que yo siempre mantengo el calor de la conversación!».