Un día, un hombre llegó a una isla habitada solo por loros parlantes. Mientras caminaba, un loro le preguntó: «¿Por qué estás aquí?». El hombre, sorprendido, respondió: «Vengo a encontrarme a mí mismo». El loro, riéndose, dijo: «¡Estás en la isla equivocada, aquí solo te encontrarás con una pluma suelta!».