En un pueblo, un hombre muy supersticioso caminaba siempre con una pata de conejo en el bolsillo. Un día, su amigo le preguntó: «¿Funciona realmente?» El hombre respondía: «No sé, el conejo sigue cojeando».
En un pueblo, un hombre muy supersticioso caminaba siempre con una pata de conejo en el bolsillo. Un día, su amigo le preguntó: «¿Funciona realmente?» El hombre respondía: «No sé, el conejo sigue cojeando».