Un paciente llega al consultorio del médico y dice: «Doctor, cada mañana me despierto a las siete en punto, hago ejercicio y desayuno un plato de avena. Pero a las ocho y cinco exactas, siempre me siento como un ogro». El médico lo mira desconcertado y responde: «Eso es porque, a esa hora, todas tus células están gritando café… ¡excepto las de tus ojeras que piden vacaciones!»