Un chef tan obsesionado con la perfección en la cocina que sus amigos decidieron hacerle una broma. Un día le cambiaron el salero por azúcar. El chef, sin sospechar nada, prueba la sopa y dice: «Tiene un toque… dulce… encantador. Es perfecto para un postre… ¡Espera, esto no es un postre! Creo que acabo de inventar la sopa de caramelo». Y sus amigos deciden publicarlo en su menú como «Sorpresa de Dulce Sal!» ¡Lo peor es que se hizo famosa!