Un hombre muy supersticioso estaba tan preocupado por romper un espejo que decidió ir al psicólogo. Al final de la sesión, el psicólogo le dijo: “No te preocupes, tu suerte cambiará». «¡Genial!», dijo el hombre, pero justo antes de salir, tropezó con una escalera y cayó encima de un gato negro. «Ah, mejor agendo otra cita», murmuró desde el suelo.