Un día, dos amigos decidieron ir de camping. Al llegar, uno le dice al otro: “Mira, traje todo lo que necesitamos: tienda, linterna, comida…”. El otro revisa su mochila y responde: “Genial, yo traje las ganas de no hacer nada”. Después de un rato de caminar, el amigo que solo trajo las ganas se sienta en una roca y le dice al otro: “Me encantaría ayudarte, pero alguien tiene que supervisar que los árboles no se muevan”. ¡Y así se pasó supervisando toda la tarde!